Un lugar monocolor lleno de emociones.

lunes, 23 de octubre de 2017

Él

Tiene una mirada que cautiva, unos ojos pardos que te hacen desear conocerlo un poco más.
Su metro ochenta es la excusa perfecta para llamarme enana y besarme la frente cuando tengo un mal día.
Te hablaría de su sonrisa, pero soy incapaz de describir los nervios y las ganas que esta provoca.
Esa tonta manía de volverse loco pensando y hacerse un lío con todo es exasperante y lo más divertido que he visto.
Le gusta enseñarme música que solo él conoce y probablemente no lo sabe pero, cuando escucha algo que no le gusta, arruga la nariz y me mira con la cara más tierna del mundo. Yo, mientras, solo quiero que hagamos nuestra propia música bajo las sábanas.
También le encantan las duchas calentitas conmigo besándole la espalda.
Siempre sabe cómo sacarme una sonrisa, ya sea con su larga lista de chistes malos o con una guerra de cosquillas.
He de reconocer que me ha convertido en friki y fan loca de sus abrazos por la espalda, de sus rizos afro, de su risa contagiosa, de sus caricias y de mil cosas más que no contaré porque son solo nuestras.
Sé que tiene defectos como todos y que no es perfecto, pero que sea mi desastre lo hace perfecto para mí.
Llena de positividad el mundo y hasta en los días más grises sabe cómo sacarle un poco de color.
No es nada tímido, pero se sonroja con cualquier cumplido.
Es mi chico sencillo, no necesita restaurantes de lujo, ni ropa de gala. Se conforma con noches de pelis, comida china y muchos besos de postre.
Es puro corazón. Así es él.